El lugar
Sin dudas, el principal centro turístico de Caucete es el Santuario de la Difunta Correa, en la localidad de Vallecito.
Según cuenta la leyenda, Deolinda Correa fue encontrada sin vida en este desértico lugar, pero su cuerpo inerte seguía amamantando milagrosamente a su hijo, quien logró sobrevivir.
La leyenda fue haciéndose popular, y debido a la creciente cantidad de milagros que se le fueron atribuyendo con el paso del tiempo comenzó a acercarse cada vez más gente a realizar promesas en su santuario, hasta convertir el paraje en un complejo turístico que cuenta con un hotel, capilla, comedores donde se pueden degustar comidas típicas, ventas de artículos regionales y de recuerdos, etc.
En la actualidad, su culto se ha convertido en un atractivo de grandes magnitudes, especialmente para Semana Santa.
Se calcula en más de un millón el número de visitantes anuales de la Difunta Correa, esto ilustra sobre el mito como fenómeno social. Una mirada en los depósitos y capillas de Vallecito, donde se "amontonan" las ofrendas, ofrece revelaciones apasionantes. Hay dos galpones en los que se apilan dos mil trajes de novia: muchas jóvenes casaderas prometen regalarle a la Difunta sus vestidos si el matrimonio se consuma. Hay surtido para todos los gustos y tamaños. Un promesante dejó su motoneta porque "la difuntita" lo ayudó a ganarse un auto en una rifa y otro ofrendó un Ford A que descansa bajo el sol de la siesta sanjuanina.
El Museo de la Fe
Debido a la gran cantidad y variedad de ofrendas realizadas por los promesantes, es que en 2011 se construyó el Museo de la Fe con el objetivo de exponer algunas de las donaciones más llamativas que recibió la Difunta Correa.
El museo está conformado por vitrinas temáticas de acuerdo a la magnitud de los sectores, como la de los arrieros, camioneros, accesorios varios, armas blancas y de fuego, muñecas, deportes, música y vestidos.
Entre las alrededor de 600 ofrendas que fueron seleccionadas para exponer en el museo, podemos encontrar unos guantes del boxeador Nicolino Locce o una toalla de Sandro, por ejemplo.
Cabalgata de Fe
Uno de los eventos más importantes que se realiza todos los años en torno a la Difunta Correa es la "Cabalgata de Fe", organizada por la Federación Gaucha Sanjuanina en conjunto con la Confederación Gaucha Argentina.
El evento reúne a miles de jinetes de todo el país en una pintoresca caravana que parte desde la ciudad de San Juan en caballos y carruajes hasta llegar a Vallecito, donde los gauchos, con sus mejores vestimentas, compartirán comidas, jineteadas, juegos tradicionales y espectáculos folclóricos durante todo el día.
Este evento se lleva acabo normalmente en los primeros días de Abril y ha ido tomando cada vez más importancia a nivel nacional, reuniendo cada vez mayor cantidad de participantes.
La Historia
Se estima que los hechos ocurrieron entre 1835 y 1840, época en que en la Argentina se vivieron las luchas fraticidas entre “unitarios” y “federales”. Los jefes de tropas y de montoneras abusaban abiertamente de la población civil sometiéndola a sus violentos desmanes.
En general todos los escritos que hay sobre el tema y la tradición oral coinciden en lo mismo: Una tropa montonera venida desde La Rioja pasó por San Juan para reclutar tropa y mercaderías a la fuerza. Y así reclutaron a Baudilio Bustos, el joven esposo de María Antonia Deolinda Correa.
Algunas versiones dicen que Deolinda sabía que su esposo estaba muy enfermo y otras dan testimonio de que un comisario de la zona “quería requerir de amores a la joven” y que, al quedar desamparada sin su esposo, su futuro cierto, tarde o temprano, era ser mancillada y convertirse en concubina obligada del Jefe de la zona.
Lo cierto es que impulsada por amor y desesperación, Deolinda Correa se lanza al desierto con su pequeño hijo en brazos siguiendo la huella de aquel ejército por la travesía entre Valle Fértil y La Rioja, con la esperanza de reencontrarse con su marido. Se dice que se habría ido con el niño pues no podía dejarlo en ningún pariente o vecino porque corría el seguro peligro de que el comisario convirtiera a su hijo en rehén, para exigir el regreso de Deolinda.
Luego de mucho andar -cuenta la leyenda- se habría perdido entre los cerros y médanos deambulando sin rumbo antes de encontrar “Vallecito”, donde habría llegado exhausta y sin agua ya en los límites de su fuerza y de su vida, y en su última expresión de amor abraza a su hijo hacia su pecho, trata de darle de mamar, y mientras va muriendo de sed sigue alimentado y saciando la sed del niño.
Y así los encontraron los arrieros, quienes quedaron conmovidos ante la visión de aquella mujer hermosa, cuyo cadáver protegía a su chiquito que, aún con vida, mamaba de su pecho.
Con infinita piedad los arrieros la sepultaron en el lugar, poniendo sobre su tumba una simple cruz de algarrobo con la escritura “difunta Correa”, porque de su cuello pendía una medalla con su apellido.
La Cuesta de las Vacas
Dice la tradición y algunos documentos encontrados que en las últimas décadas de 1800, la Difunta Correa ya era conocida por la transmisión oral en las noches de fogones arrieros y que por aquel entonces se le habrían pedido gracias a la “difunta Correa” y ésta las habría concedido.
Pero fue en el año 1898 en el que se le atribuye un gran milagro que corrió la fama por toda Latinoamérica. Había por aquellos tiempos un arriero conocido en el Oeste Argentino, Don Pedro Zeballos, que había sido contratado para llevar 500 cabezas de ganado desde Córdoba a Chile para venderlas. “Don Pedro sale con su gente a cumplir el encargo y se dirige al Oeste. Pasados unos días y ya atravesando San Juan, decide hacer noche acampando en Vallecito, donde es sorprendido por una gran tormenta, que inquieta a los animales hasta que huyen espantados”.
Según relatos de un nieto del arriero, su abuelo y la tropa habían acampado a la altura de un barranco en la que había una cruz que indicaba la presencia de una difunta: era la cruz de la Difunta Correa. El paisano le pidió fervorosamente que cuidara de los animales prometiéndole que si los recuperaba le construiría una capilla para cubrir su tumba y su cruz.
Al día siguiente, pasada la tormenta encontraron a todos los animales juntos en una cuesta que terminaba en una quebrada, no se había perdido ni uno solo. La quebrada era el final de una larga y empinada cuesta que desde entonces y para siempre se llamó “La cuesta de las vacas”.
Ya vuelto de Chile don Pedro Zeballos cumplió “la Manda” y erigió la primera capilla que cubrió la tumba y la cruz de la Difunta Correa.
Esta historia se extendió a todos los confines del país y aún de paises limítrofes, y desde entonces todo arriero o viajero que pasaba por Vallecito visitaba la cruz de la Difunta Correa. Los transportistas de ese entonces que solían ser los arrieros llevando mercaderías en sus carretas, se transformaron con el tiempo y la era de las máquinas en los transportistas de hoy, los camioneros, por eso que todo camionero que pasa por Vallecito visita La Difunta Correa.
Datos útiles
El Santuario de la Difunta Correa se encuentra a 64km de la ciudad de San Juan, en la localidad de Vallecito, Departamento Caucete.
Se puede llegar, desde la ciudad de San Juan, por Ruta Nacional Nº20 que luego empalma con RN 141.
También se puede ir caminando o en bicicleta por la "Senda del Peregrino" que se extiende al costado de la ruta 141 y que cuenta con paradores con parrilleros, bancos y mesas.
Coordenadas GPS: Lat. 31°44'3.88"S Long. 67°58'49.81"O
Ómnibus que llegan a la Difunta Correa
· EMPRESA VALLECITO
Salidas diarias desde la Terminal de Ómnibus
Tel: 0264 4221181
Terminal de Ómnibus Loc. 1
Más información sobre el Santuario
Administración Difunta Correa
Teléfono: 0264 4961018
CAPITAL: